Conocé cómo fue el primer ‘Campamento de Rock’ para niñas y adolescentes

Hace unas semanas se llevó adelante el primer Campamento de Rock para niñas y adolescentes del país, iniciativa impulsada por Las Chicas Amplificadas. Conocé todo sobre la iniciativa y la experiencia en esta nota y entrevista.

¿Conocés el Campamento de Rock para Chicas? Fue la pregunta que más hice estas semanas. ¿Como la película de la escuela? Me respondieron varios. Bueno, si el imaginario va por ahí puede ser, pero sacale a Jack Black, la escuela de elite, Hollywood, las ganas de tener protagonismo y reemplazalo por empoderamiento, feminismo, sororidad, música y la construcción de un futuro diferente para la escena musical.

Después de dos años de preparación, se realizó el primer ‘Girls Rock Camp’ en Argentina, iniciativa llevada adelante por Las chicas Amplificadas. En cinco días y medio, un grupo de treinta y seis niñas y adolescentes entre siete y diecisiete años aprendieron a tocar instrumentos, ensamblar, composición, defensa personal, entre otros talleres. ¿La frutilla del postre? Un recital a sala llena con mucho rock.

Imagen del Chicas Amplificadas (fb/chicasamplificadas)

Los Campamentos de Rock para chicas ya tienen un largo recorrido en el mundo, arrancando en Portland, Oregon, Estados Unidos en 2001. Desde ahí en adelante nunca frenaron, el ‘Girls Rock Camp Alliance’ se formó, posteriormente, como una organización para nuclear experiencias similares en más de sesenta diferentes lugares, países y continentes.

Las Chicas Amplificadas, por su parte, son un grupo de mujeres que se organizaron en pos de recrear algo similar en el país. Después de conocer el Campamento en Brasil reaccionaron“¡Uy, ojalá se haga algo así acá”. El proyecto reunió a varias mujeres que participan activamente en la escena musical: Las Fantásticas Pupés, Paltax, Los Traumas, Sarcófago Blues o son sesionistas, como María Izzo.

Imagen del Chicas Amplificadas (fb/chicasamplificadas)

Empiezan a trabajar en 2016, en forma de talleres de rock en secundarios del conurbano y capital. Las chicas que se anotaban aprendían a tocar la guitarra, el bajo, el teclado y la batería mientras tenían talleres de stencil, defensa personal y a ensamblar bandas. “Juntas somos más fuertes, las chicas podemos tocar rock y hacer lo que queramos”, se empezó a esgrimir como una de sus consignas.

Entrevistamos a Melisa Martí, guitarrista de Las Fantásticas Pupés y una de las fundadoras de Chicas Amplificadas, para que nos cuente el recorrido hasta hoy en día y cómo fue el campamento.

– ¿Cómo pasaron de planificar un taller de rock a terminar realizando el primer campamento? ¿Se imaginaban este crecimiento en tan pocos años?

Melisa: No me imaginaba que íbamos a ser nosotras, finalmente, las que lo íbamos a concretar. Con los talleres tuvimos una preparación muy larga, fueron dos años de experiencias piloto hasta llegar al campamento. En cada taller aprendíamos y resolvíamos muchos errores, fue un tiempo prudente para prepararnos. De todos modos, pasó volando, nos demandó mucho la recaudación de fondos, la difusión, el entrenamiento de las voluntarias.

Imagen del Chicas Amplificadas (fb/chicasamplificadas)

 

En el año 2016 llegaron al Campamento en Sorocaba, Brasil, un poco de casualidad, un poco buscándolo. Ahí pudieron vivenciar de primera mano la profundidad y seriedad del proyecto,  lanzándose definitivamente a construir algo similar en el país. “Fue increíble, nos sirvió muchísimo. Estaba todo súper organizado. Fue el quinto que hicieron, tenían noventa niñas y adolescentes con un número casi igual de voluntarias, ¡era una multitud!. Aprendimos muchas pautas pedagógicas y relacionales. Parte de estas se las transmitimos a nuestras voluntarias porque es algo todo nuevo. Son muchísimas cosas a tener en cuenta, no sólo desde una postura feminista y cómo encarar la experiencia, sino también cómo trabajar con niñas, con adolescentes y las distintas problemáticas. También aprendimos a relacionarnos entre nosotras, las adultas. Cada una llega con sus ideas y posturas y hay que conciliar estas cuestiones. Nos ayudó mucho para aprender dinámicas, conocer la estructura en sí del campamento, repartir bien los talleres y no arrancar desde cero” nos cuenta Melisa.

Al moverse tanto dentro de la escena del under y musical, las experiencias propias han sido un factor esencial para arrancar este proyecto.

– En varias ocasiones contaron que con sus respectivas bandas, sienten en primera mano ese machismo cristalizado en la escena. Incluso han hablado del ‘mansplaineo’ en sus los recitales, «¿las ayudo?

Melisa: Sin duda alguna, nuestra propia experiencia al tocar en bandas influye en nuestra visión de lo que queremos lograr a largo plazo en cuanto a la escena musical. Con las Fantásticas Pupés muchas veces nos tuvimos que topar con el mainsplaneo. Cuando pasamos con los instrumentos por la calle nos hacen comentarios como ‘uy, se lo estas llevando a tu novio’, ‘¿te ayudo con los equipos?’ O ‘¿querés que te afine la guitarra?‘. No, a mí me gusta afinar la guitarra personalmente, no necesito ayuda con eso. Queremos transmitirles a las chicas un concepto muy DIY, la idea que ellas pueden hacerlo, pueden ser protagonistas. Una de las consignas que siempre usamos es ‘tocá como una chica’. Hay que hacerse valer frente a una escena que generalmente es hostil, se siente que te están tomando examen cada vez que salís a tocar.

– Los talleres de preparación generalmente se dieron en lugares donde ustedes trabajaban o tienen algún conocido o conocida, ¿es complicado ingresar a los secundarios con una perspectiva tan diferente?

Melisa: Afortunadamente, siempre nos encontramos con instituciones con perspectiva de género y apertura a nuestra visión de las cosas. Algunas cosas siempre pasan, a veces cuando hacíamos la difusión previa y aclarábamos que estaba destinado sólo a niñas y adolescentes mujeres, los chicos nos preguntaban por qué. No tienen muy en claro que tienen millones de oportunidades y espacios para aprender y sentirse cómodos y las chicas no. También comentarios hacia sus propias compañeras como; ‘¿qué vas a tocar vos si no sabes nada?, ‘si no sabes tocar vos’ y ese tipo de burlas. Pero son muy coherentes con un estado de cosas a las que estamos acostumbradas las más grandes.

Imagen del Chicas Amplificadas (fb/chicasamplificadas)

– Una de las premisas de Chicas Amplificadas es el ‘empoderamiento a través de la educación musical’. ¿Cómo funciona eso? ¿Cómo se fomentan esos lazos de sororidad e impulso de protagonismo?

Melisa: En cuanto a la sororidad, una de las pautas que proponemos es no fomentar la competencia entre bandas o las chicas, que haya compañerismo. Si, por ejemplo, una de las participantes ya tiene formación musical y tiene a destacarse un poco más, tratar de no alentar un contraste o diferencia. Siempre destacar detalles donde sobresale cada una sin alentar una hostilidad que, desde afuera, nos quieren hacer creer como natural del género femenino. De todos modos, por lo que pudimos ver en los talleres y en la colonia, no suele ser algo común que haya pica entre ellas, se tienden a ayudar y a colaborar. Tal vez caemos con ese prejuicio y la experiencia no nos da la razón. 

«Con respecto al protagonismo, nosotras mismas tenemos una postura que intenta dejar de lado la forma de dar clases tradicional. Esa de alguien parada adelante que imparte conocimientos como si fuera una autoridad. Es un aprendizaje colaborativo, escuchamos lo que nos quieren decir, no imponemos una melodía, estructura de canción o letra, sino que lo que surge de ellas lo tomamos y trabajamos en eso. Tratamos que se note el protagonismo en pequeños detalles, dándoles la voz» concluye Melisa.

Imagen del Chicas Amplificadas (fb/chicasamplificadas)

La preparación del Campamento no fue fácil, un proyecto tan grande conlleva mucha organización y, sobre todo, plata. Se hicieron festivales en diferentes espacios autogestivos, surgió el Fuegas Fest donde bandas cercanas tocaban y se recaudaba dinero. También armaron un idea.me y eventos. “Por suerte la gente se entusiasma mucho y el proyecto fue generalmente bien recibido. En cuanto a la difusión, surgió mucha crítica de gente que no está familiarizada con nuestras ideas y estos conceptos. Llegaron comentarios muy desagradables porque muchas personas no aceptan que queramos generar un espacio seguro para niñas y adolescentes. Piensan que hay algo detrás, un deseo de eliminar lo masculino. Pero no es eso, buscamos garantizar una experiencia equitativa.

– En la previa del campamento, treinta y seis chicas con la intención de ampliar el cupo para el año que viene, ¿se complicó hacer que los padres/madres permitan a las chicas ir?

Melisa: La verdad es que las compañeras se manejaron muy bien en este aspecto, tuvieron muchas reuniones con madres y padres, aclararon todas las dudas y el formulario de inscripción fue muy serio y abarcaba un espectro muy grande de datos e inquietudes que pudieran surgir. En ese sentido, fuimos muy respetuosas y se reflejó en la preparación que tenemos como equipo para trabajar.

– En el campamento una de las primeras acciones de las chicas era elegir los intrumentos. Esa elección tenía que traducirse en bandas completas. ¿Cómo se daba este proceso? ¿Elegían varias los mismos?

Melisa: Cuando las chicas se inscribían en el formulario podían poner dos opciones de instrumentos. El día de la apertura, tras la acreditación, íbamos viendo cómo asegurar que todas las bandas tuvieran todos los instrumentos cubiertos. Para armarlas les dábamos la libertad para elegir, pero en breve tiempo teníamos que lograr que haya una cantidad aceptable de bandas. Las productoras y asistentas se pusieron en el patio del Colegio con un cartel que tenía un color y adjetivo. Por ejemplo, uno era violeta y guerrera, en base a eso las chicas iban eligiendo lo que más les llamara la atención. Nosotras íbamos negociando la cantidad de chicas por cada banda, por suerte fue algo muy rápido, terminaron siendo seis con seis integrantes cada una: dos guitarras, un teclado, bajo, batería y una cantante. Este proceso que nos generaba bastante ansiedad terminó siendo muy exitoso.

Imagen del Chicas Amplificadas (fb/chicasamplificadas)

Cada día de la colonia duraba de nueve de la mañana a cinco de la tarde. En esas horas se distribuían las tareas, los talleres y las actividades a realizar. En un par de días, las chicas tenían que aprender componer las canciones, idear el nombre y la identidad de las bandas, hacer sus remeras, ensayar, entre otras cosas.

– Las jornadas solían arrancar con asambleas y terminaban con ellas. ¿Cómo se daban? ¿cómo se piensa una asamblea para chicas en estos términos?

Melisa: Eran breves. A la mañana durante el momento de saludo y después de entrar en calor. Nos servían para anunciar las actividades del día, orientar dónde tenía que ir cada banda. Ahí cantábamos la canción oficial del campamento entre todas que dice así, ‘¿Quién dijo que las chicas algunas cosas no podemos hacer? Empoderadas, tocando rock, juntas es mejor’. La canción era el inicio y el fin de la jornada. En las asambleas de la tarde se abría el espacio para que cada una, si tenía ganas, pudiera decir algunas palabras, lo que haya sentido, o cualquier comentario que tuviera.

– Lunáticas, Las Chicas Rockeras, Las Ninfas del Olvido, Fire Warriors, Canibal Casual y Young Wings fueron los nombres que eligieron para las bandas ¿cómo fue ese proceso? ¿qué estilos musicales terminaron optando?

Melisa: Vino de ellas. A lo largo de la semana las bandas se fueron conociendo. Llegaron a un consenso a partir de cosas que iban pasando. Los nombres reflejaron el diálogo entre ellas y cómo iban sintiendo que había que encarar el rock. Esas discusiones son muy divertidas, sobre todo cómo lo reflejan después en las remeras que ellas mismas se arman. Estampaban algún dibujo vinculado a ese nombre. El estilo musical predominante fue el rock con tendencias al punk. Alguna banda también tuvo una primera estrofa más bien blusera. Otra, en lo vocal, fue bastante más gore. Igual, como te decía, en esta experiencia, hubo mayor tendencia al punk.

– Las letras tuvieron su cuota de empoderamiento, ¿cómo se dio ese proceso de creatividad y composición? ¿ algunas partes que recuerdes más?

Melisa: Hicimos un taller de composición de letras. Tuvo una parte introductoria, con algo de teoría sobre cómo es la composición en si. Después lo encaramos como un juego, proponer frases, al estilo de ‘cadaver exquisito’. Cada una aportaba una idea y fue dando forma a un texto colectivo. La verdad es que hubo momentos brillantes en esas letras. ‘somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar’ decía una, o ‘las chicas rockeras tomamos el mando’. Así un montón, ‘si te gustan las rosas bancate las espinas, porque esta mujer no duda ni vacila’. Una muy buena fue; ‘si estoy gorda, si estoy flaca, si uso tacos o alpargatas, no te interesa, si por usar esto no voy presa’. Realmente fue increíble escuchar eso en el show.

Imagen del Chicas Amplificadas (fb/chicasamplificadas)

– Durante el Campamento se dieron talleres de autodefensa, ¿cuál es su importancia? ¿hacia dónde apuntan?

Melisa: Tuvieron como objetivo que las chicas ganen seguridad y confianza. Si bien lo encaramos desde algo lúdico, en forma de juego, cuando una las ve desde afuera y ve la interacción entre las instructoras y las participantes, se nota cómo van ganando un control de sus movimientos y un poder de decisión que dice mucho. Culturalmente una tiene una tendencia a la pasividad y en estos talleres se gana en actividad, presencia y seguridad. Ayuda mucho, aunque idealmente, no se deberían dar situaciones donde se tenga que recurrir a la autodefensa. La idea es que en la vida cotidiana se mantenga esa seguridad, esa autodeterminación.

– La mitad del día se cortaba con un recreo; almuerzo y show. Ustedes tocaban con sus bandas, ¿funcionó como incentivo para las chicas? ¿también para ustedes? ¿cómo fue eso?

Melisa: Cuando las bandas tocaban en los almuerzos, se dieron cosas maravillosas. Es muy divertido para todas, las que tocan en ese momento y para las chicas. Nosotras, con las Fantásticas Pupés, tocamos el primer día y las chicas todavía estaban un poco tímidas. En los días que siguieron las chicas iban tomando mayor seguridad, se empezaban a sentir más libres de bailar, saltar, gritar. Las caras en ese proceso ya eran completamente distintas. Eso es, básicamente, la colonia de principio a fin, una transformación. Sólo en cinco días y medio se da todo eso y es increíble. Como una nena entra el primer día, tímida hasta para presentarse y para el último parece que hubiera pasado un año de preparación.

Imagen del Chicas Amplificadas (fb/chicasamplificadas)

“Te doy un ejemplo, en los primeros días una chica no quería conectar la guitarra para que no se escuchara. Prefería tocar desconectada para que suene bajito. Para el último día se plantó en el escenario ante cien, ciento cincuenta personas con total seguridad. El momento de los shows en el almuerzo era eso, abajo y arriba del escenario se da una transformación impresionante y movilizadora. No queríamos fomentar estrellas, sino para que vean que hay bandas de mujeres, que se llevan bien, que se divierten o, al menos, que existen» finaliza la entrevistada.

– Hicieron una suerte de taller sobre la historia de las mujeres en el rock. En algún sentido la reacción de algunos en las redes sociales diciéndoles qué músicas no estaban demuestran la necesidad de espacios como el que crearon, ¿no?

“Es totalmente así” dice entre risas, “A veces la gente, sin querer, da una muestra de lo que queremos erradicar. Que alguien te esté enseñando con el manual de historia ‘esta falta acá’, ‘¿por qué no está ésta?’. A mí personalmente me pasó, alguien random me preguntó cuál era la mejor rockera de la historia, yo contesté Suzi Quatro que fue la primera que pensé. Me respondió que esa no era, que se notaba que no sabía nada. Eso pasa en las películas, pasa en la vida real”.

“Estamos acostumbradas a escuchar que no hay muchas mujeres que tocan o escritoras. Y si, están ahí, son millones pero hay que empezar a valorarlas. No es por falta de talento que se nos ocurra su nombre en tal o cual momento, es porque nos acostumbraron a que sea así. Hay una cultura política detrás de esa invisibilización”.

– Contame del taller ‘Quién soy’, ¿qué buscaban? ¿qué terminó aportando?

Melisa: Fue el taller de imagen e identidad. Buscábamos reflexionar acerca de quién es cada una, cómo nos ven los demás, cómo quiero que me vean, tanto de forma individual como colectiva. Eso se reflejó en unos afiches muy interesantes, que sirvieron para que cada una contara cómo se sentía con respecto a esa imagen de sí misma que tienen y cómo repercute en los demás. Una de las frases de las chicas fue ‘soy rara y me gusta ser así’. La idea era fortalecer la autoestima, que es una de las premisas esenciales de nuestro proyecto. Mediante música y los vínculos solidarios entre pares se puede construir. El taller estuvo muy bien encarado y tuvo resultados muy lindos, forjó identidad colectiva, una idea de banda que se vio en el show, en los abrazos, en todo.

Hubo un momento conmovedor durante la última banda. La tecladista agarró el micrófono y dijo que valoraba mucho que la cantante de su banda se hubiera plantado así, teniendo dificultades en el lenguaje. Para mí fue muy fuerte porque yo conocía esa problemática, esa chica participó en todos los talleres que dimos en diferentes colegios. La primera vez que se anotó, fue en guitarra y cuando se presentó lo dijo, ‘hola, yo tengo dificultades en el lenguaje’. Verla a lo largo de los talleres, rotando en los instrumentos, cómo lo disfrutaba y, finalmente, parándose delante del público y cantando fue de las cosas más significativas de todo este proceso. Que su compañera haya elegido ese momento para decirlo, fue magnífico.

– El cierre del taller fue con un show para familiares, amigas, amigos y todas las que quisieran ir. El Salón de Arte y Vida en Martín Coronado, explotó de gente y las chicas tuvieron el cierre del Campamento. ¿Cómo lo sintieron?

Melisa: Fue ideal, ¿qué decir? Todo el trabajo condensado en los minutos que duran las canciones. Ahí se ve dónde está la revolución, bandas de seis nenas mostrándose, haciendo disfrutar a tanta gente y disfrutando ellas mismas. Que puedan valorarse como músicas, como personas y que digan ‘tengo esto para mostrar’. Te enseña que son capaces de todo y que tantos siglos de desigualdades e intentar convencernos que no corresponde que estemos en ciertos lugares se derrumban y vamos copando esos espacios.

Parece utópico pero es lo que veo, me da fuerzas y ganas de seguir. Es el aprendizaje para nosotras, las adultas con todo esto. Finalmente parece que la colonia es para nosotras, para seguir adelante, porque terminamos aprendiendo más que las chicas.

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