#Entrevista Mano a mano con Efecto Humano hablando de hip hop

Rimas, bases y amistad. Palabras sueltas que se unen en una cultura urbana que gana terreno dentro del under argentino. Una nueva generación que tiene mucho que decir y encuentra su lugar fuera del foco de la gran masa. ¿Cómo se vive el hip hop en un país donde el género no es tan popular? La gente de Efecto Humano, organizadores de la competencia El Campito Free, nos cuenta sus experiencias, sus miedos, sus sueños y qué esperan para el futuro.

El clima está ideal para estar sentado en el patio, mientras corre una leve brisa que hace más ameno el día de un verano que se alarga y de un otoño que parece no querer llegar. Entran por un pasillo angosto Lando, Facu, Nico y Tobías. Ellos son los Efecto Humano, quienes años atrás formaron El Campito. Se les nota el nerviosismo pero también unas ganas tremendas de dejar en claro que respiran hip hop.

– ¿Qué es la cultura urbana del rap para ustedes?

Lando: Yo, antes de responder, acotaría qué es la cultura del Hip Hop porque el rap está dentro del hip hop, no es sólo el que canta, no es sólo el que improvisa, no son sólo rimas. Rap es el que pinta, el que baila, es la forma de vestir, es la forma de vivir; de llevar el día a día, de acomodar todo lo que hace uno para poder expresarse en su disciplina.  Si bien el rap es lo que más salió a la luz, yo creo que es mucho más respetable el chabón que baila, o el que pinta, porque eso es más under y menos reconocido.

– Esto que comentás se nota en toda esta cultura que está resurgiendo un poco en Argentina…

Faka: No sé si resurgió porque siempre estuvo un poco oculta. Es un país que no estaba relacionado con el hip hop pero es una cultura que viene hace un montón, igual.

L: Yo creo que en la Argentina, el hip hop está atrasado entre veinte y treinta años. Lo que está pasando hoy acá, ya pasó en Estados Unidos, pasó en España o en Chile, Colombia. Y recién ahora está surgiendo acá y desde el under.

Nico: Pasa que acá se lo identifica mucho con la cultura de yankee y eso genera una resistencia, por el tema de la argentinidad, pero ahora, con la globalización, los pibes se están empezando a reconocer con otras cosas.

– Teniendo en cuenta esta visión acerca del Hip Hop, ¿se sintieron alguna vez relegados por hacer rap?

L: Y… era raro porque, ya de por si, había otras modas y se escuchaba otra música. Quizás hace cinco o seis años atrás, vestirse ancho, usar gorras planas y hablar medio raro, no era como hoy que sos parte de algo, sino que eras un loco.

– ¿Cómo ven ese crecimiento, ustedes que estuvieron en un principio, ahora que está un poco más expuesto?

F: Para mi es súper positivo, te da un montón más de posibilidades de las que te podría haber dado hace unos años.

L: También está buenísimo ver que están llenando lugares, y viviendo de la música, artistas que seguías hace años y que vivían como podían. Más allá de que hoy sea una moda, que espero que siga de por vida, está bueno ver que la gente que se rompió el lomo para allanar el camino está viviendo de esto, haciendo lo que les gusta.

– Son la cabeza de la organización de El Campito Free (competencia de rap en zona oeste) ¿Cómo surgió esa idea, y cómo la llevaron a cabo?

F: Fue hace dos años más o menos, a principios de 2016, o un poquito más. ´El Paulo´, que es un amigo nuestro, se había ido de vacaciones a San Bernardo, y como él estaba bastante metido en las batallas, allá compitió por primera vez. Cuando volvió, nos dijo que había que ir a competir, y mucho no sabíamos dónde había competencias.  Y el loco tiró: «bueno vamos a hacer una, acá en La Loma». Entonces, nos juntamos y dijimos «bue, vamos hacer una competencia en la plazoleta de acá unas cuadras, para ver qué pasa».

Hicimos un evento en Facebook, avisamos a los pibes y ahí fue el principio de El Campito. Fue rarísimo, en una plaza del barrio, donde no se juntaba nadie, de la nada había 50 personas.

– Encima en un barrio, que no tiene esencia hiphopera alguna…

N: Es algo que hablamos siempre, que es un barrio muy del palo del rock y no hay mucho lugar para esto.

– ¿Cómo fue ese primer día?

F: Fue un bardo, un ambiente desconocido, nos cagabamos de la risa, no sabíamos muy bien qué hacíamos.

L: Yo creo que empezó como un juego, queríamos rapear nada más. Éramos poquitos acá, no éramos más de diez y probamos. Esa falta de responsabilidad que tuvimos al principio y ese desligue con la organización, ya que nunca nos interesó hacer un evento que convoque, a la gente que estaba acostumbrada a moverse por competencias les hizo sentir muy cómodos. A El Campito lo resume saber hacer una competencia de rap, para raperos.

F: Era un lugar en donde llegaban las semifinales del evento, tipo ocho de la noche, y vos veías que estaban los mismo chabones que estaban a las cinco, que eran los que rapeaban. O sea, el público que te estaba viendo, eran raperos que participaban antes o raperos que no rapeaban y que estaban mirando. Había gente, por ejemplo, que le cabía el lugar para ranchar y se quedaba a mirar. Pero un día, se nos fue de las manos, y teníamos más de 200 personas anotadas… No entraban en la plaza.

– ¿Esperaban que este proyecto tuviera ese reconocimiento y que forme parte del movimiento?

F: Al principio mucho no, durante la época que estuvimos en la plazoleta, no lo notaba. Después, cuando nos dimos cuenta que la competencia estaba formando parte de un circuito de competencias under, nos dimos cuenta que tenía importancia.  Cuando mudamos el campito a la Plaza Sarmiento, la primera fecha ahí fue muy grosa.

– ¿Cómo fue el proceso del cambio a una plaza más grande?

F: Estuvo buenísimo, pero como que le sacó una cierta esencia a la competencia, de decir mira «qué barrial era, que nadie te jodía». Pero sumó mucho, porque la primera fecha que tuvimos ahí era imposible tenerla en “Leta”[primer plaza donde se hizo El Campito]. Además, era una comodidad para la gente que venía, porque llegaban desde el sur, o de Capital y era como acercarse más a la gente. Era para ellos.

– Independientemente de la amistad, ¿surgieron muchos problemas sobre cómo llevar adelante todo esto?

L: Problemas, no. Discusiones hermosas, sí. Discutir no es pelear, igual siempre se resolvió de la forma más sana: con votación. Salvo en jurados: llegó un momento que alguien decía: «yo no lo quiero por X motivos y por más que todos lo quieran no lo traigan a mi competencia», y eso se respetaba.

¿Creen que fue fundamental la amistad entre ustedes, para que el proyecto tenga éxito?

F: Un poco sí, porque el ambiente lo generas vos, si el ambiente es frío la gente no se va a sentir muy cómoda. Y nosotros, creo, que hacíamos sentir cómoda a la gente. Porque, no es que voy a ver al loco que hace la compe conmigo, sino que, me voy a encontrar con un amigo.

L: Dentro de la rutina, sabías que ese día estaba todo reservado para, por un día, vivir y ser hip hop. 

– Esta cultura del hip hop se manejó en el under, ¿creen que una mayor exposición sería mejor o mantenerlo en el under es un poco la esencia?

N: Está buenísima la difusión para que llegue a más gente porque es una cultura que le permite a todo el mundo identificarse. Pero que se difundan los valores reales, no la moda, lo lindo o lo que vende.

– Últimamente hay un género que pego mucho, desde sonar en boliches hasta llenar teatros, que es el trap. ¿Cómo podrían definir el trap? ¿Creen que se traicionaron algunos valores de la cultura?

L: Primero hay que entender qué es el trap, que es lo que la misma palabra dice: trampa. Es casi tan viejo, o más, que el rap y es una rama del hip hop.  Lo hacían los gánsters en su momento para mostrar sus joyas, sus armas, sus mujeres, sus drogas y/o su poder.

Hoy en día, está muy desvalorizado. Yo creo que en Argentina casi no hay traperos. La diferencia más grande entre el trapero de verdad y el actual, es que el trapero de verdad le va a cantar a raperos o a gente grande que, lamentablemente, eligió vivir una vida media complicada. El de hoy en día canta para nenes de 12 años.

– Antes comentaban que Argentina está atrasada 20 o 30 años con respecto al rap. ¿Qué falta para llegar a estar a un nivel parecido al de Estados Unidos o al de España?

L: Madurar. Podés ponerla toda pero si no tenés un oído que te escuche, nunca vas a llegar a ningún lado. La plata se pone cuando el oído está. Los dos ítems a desarrollar, para mí, son que en Argentina falta que el rap llegue a gente que no es rapera. Y falta gente que sea rapera y que no haga rap. Hoy en día todo el que es rapero quiere rapear y está buenísimo, pero falta que todos entiendan que, las mayorías de las veces, uno tiene que ser público.

Llegando al final de la nota, la última pregunta flotaba en el aire. Al preguntarles qué significa el rap para ellos, el silencio invadió la charla. Se miraron, nerviosos, para ver quién se animaba a poner en palabras lo que para ellos no era fácil de describir. Nicolas, entre risas, soltó “El rap como todo llanto”. Facundo, tomó coraje y arrancó.

F: Libertad, hacer lo que sentís. Yo encontré mi forma de expresarme ahí. El género que hizo que pueda hacer música es el rap. Me dio lugar a hacer lo que quería.

N: Encontrar tu lugar. Es más allá de un género o de un artista. Es escuchar un rapero y que te den ganas de escribir. Es otra búsqueda, no es la búsqueda estética de la música o de profesionalizarse, si no de la expresión.

Tobías: Es una cierta libertad, porque al ser una cultura que engloba tanto, podés expresarte a través de rimas, fotos o mismo del baile.

L: Es una forma de vida, no lo puedo encasillar en un género. No me da vergüenza decir que soy hip hop, que hago hip hop y que no lo hago rimando solamente: lo intento hacer cotidianamente con cada decisión que tomo.  

Para ellos, el rap no es un género más. Es su vida, es lo que los marcó y les dio la posibilidad de soñar. El arte en su expresión más pura. Hoy, “Efecto Humano” es una realidad dentro de un estilo musical que cada día penetra más en los jóvenes argentinos. El under, como siempre, se hace escuchar y da paso a nuevas generaciones que tienen mucho por decir.