#InformeNielsen2017 ¿El rock ha muerto?

El conglomerado multinacional Nielsen (con sede en Nueva York) dio a conocer a principios del nuevo año su informe anual sobre la industria de la música. Sus resultados arrojaron material para que diversos medios decretaran por enésima vez la muerte del rock en manos de géneros como el Hip Hop y el R&B. Además, confirma la paulatina agonía del disco físico y la imposición del streaming como forma privilegiada para el consumo musical.

“Por primera vez en la historia, el R&B/Hip Hop se convirtió en el género dominante, con 7 álbumes de los 10 más consumidos provenientes del género”. Así arranca el informe 2017 de Nielsen, resultado de una investigación de mercado que releva los movimientos en el consumo de la industria de la música. En ese top 10 de artistas más populares, según la estadística de consumo en Estados Unidos, no hay ningún artista de rock. El informe confirma el boom comercial del género que anticipaba su versión anterior, publicada en julio, y agrega que “la popularidad del R&B/Hip Hop fue motorizada por un incremento del 72% en el streaming de audio on-demand”.

El rock ha muerto. ¡Viva el rock!

Varios medios digitales se vieron seducidos por estos datos para señalar una vez más la muerte del rock. Ya sea por el afán posmoderno de decretar la muerte de los grandes relatos (primero Dios, luego la Historia), o por tomarse muy a pecho las cifras de una investigación de mercado con pretensiones de globalidad, muchos leyeron el informe como la derrota final de un género que se ungió como bastión de resistencia y como portavoz de sendas generaciones que tenían algo que decir contra el sistema, ese significante vacío que permitió agrupar resistencias incluso contrapuestas. Si por Nielsen fuera, sólo les quedaría a los rockeros la versión actual de Metallica, que perdió su ademán contestatario cuando comenzó a preocuparse demasiado por los consejos de las discográficas allá lejos y hace tiempo, y un puñado de bandas como Imagine Dragons, Twenty One Pilots o Portugal. The Man, que lograron buenas ventas merced a la repetición de sus melodías en comerciales televisivos y bandas sonoras de películas. Indudablemente, no es una imagen muy esperanzadora.

¿Es la nostalgia, esa abuela que regula el mundo, la que nos hace poner ‘peros’ al obituario del rock and roll? Si nos basamos en que The Beatles se ubican en el #3 del ranking de consumo global del género, y que tienen el 1-2 de vinilos más vendidos, podríamos decir que sí, sin duda. Si consideramos que el estudio de Nielsen es representativo no del estado actual de la música en tanto disciplina artística o fenómeno creativo-expresivo, sino del circuito de consumo musical del mercado estadounidense, ahí la cosa puede tomar otros matices. Lo que sí podríamos firmar, es que los charts de Billboard (que explotaron con 16 semanas de Despacito en el #1, empatando el record de Mariah Carey) ya no son la meca del rock internacional, como lo fuera en la segunda mitad del siglo XX.

Los actuales reyes: ¿qué hay de nuevo, viejo?

¿Quiénes son los verdugos de los que blandían sus guitarras, disparaban riffs y solos y podían jactarse de andar sucios y desprolijos? Según el informe de Nielsen, el protagónico de 2017 lo tiene el Hip Hop y el R&B. Drake y Kendrick Lamar pican en punta. Los nombres del género resuenan poco al oído promedio de la escena local, por lo que consultamos a Victoria Lo Pardo, Licenciada en Comunicación Social cuya tesina de grado titulada «Hip Hop en la Argentina. Entre la moda y la afirmación identitaria juvenil»  aborda las vicisitudes del género en nuestro país.

“La música poderosa, de protesta, con fuertes denuncias (que solía encabezar el rock y después el hip hop), viene del lado del rap ya hace unos años”,  aunque su ascenso puede deberse “más a una cuestión coyuntural que vive EE. UU. que a otra cosa”.  En ese sentido, sobre Kendrick Lamar, Lo Pardo señala que su popularidad se debe a su vinculación al movimiento Black Lives Matter (La vida de los negros importa), que lucha por los derechos de la comunidad afroamericana surgida hace unos años en el marco de una nueva oleada de violencia institucional contra ese sector en Estados Unidos. “Drake hace música que se parece más al pop de Ed Sheeran que al rap, pero a la gente le gusta porque es pegadizo”. Otros nombres interesantes del género según la comunicóloga: Chance The Rapper y Cardi B.

Kendrick Lamar. Fuente: Christopher Polk/Getty. Revista Rolling Stone (Estados Unidos).

¿Hipótesis acerca del desplazamiento del rock de los primeros puestos de la industria? “No hay artistas de rock ‘nuevos’ los suficientemente interesantes. Fijate que en las listas aparece  Metallica y no hay muchos artistas nuevos de rock. Predomina el pop o el indie en la música de ‘blancos’, encabezado por Ed Sheeran”.

Como es habitual en la historia de la música, donde muchos ven una voz que representa un malestar o descontento social con el sistema en alguna de sus formas, la industria ve un negocio. Antes lo fue el rock, hoy lo son géneros como el hip hop o el rap. La industria se aggiorna a las nuevas olas para seguir facturando en tiempos de caída en ventas y supremacía del streaming.

Dime qué soporte usas y te diré qué escuchas

El informe agrega algunos datos interesantes para visualizar la dimensión de las nuevas formas del consumo de la música en la agonía de la década. La caída en ventas de discos es notoria, no sólo del CD físico sino también del digital. El único formato que confirma un crecimiento es el resucitado vinilo, en suba por doceavo año consecutivo y con un crecimiento en ventas de un 9% interanual.

Lo sabido es ratificado por el reporte de Nielsen: “el streaming continuó su liderazgo por sobre las descargas como la plataforma de consumo musical dominante en 2017, alimentando el volumen promedio del crecimiento interanual de la industria en un 12,5%”. Claro, puesto que todos los números negativos del año fueron cacheteados por un crecimiento de casi un 59% del consumo on-demand de streaming con respecto a 2016.

Es curioso observar el cuadro final del informe, que indica en qué medida los géneros son escuchados en cada soporte. Así, vemos que el rock aventaja al hip hop, al pop y al promedio global de la industria en venta de discos, pero quedó muy atrás en lo que atañe a las nuevas formas de consumo. Lo mismo con los géneros predominantes de la industria en 2017, cuya escucha se apoyó fundamentalmente en el streaming.

Por casa cómo andamos

Acerca de la posible extrapolación de la realidad yankee a la nacional, Lo Pardo señala que el crecimiento del hip hop y el rap en Argentina es bastante lento. “Hay un montón de adolescentes (y no tanto) que están fascinados con la Batalla de los gallos, que son batallas de improvisación. Están organizadas por Red Bull y va muchísima gente”, pero más allá de lo interesante del fenómeno el panorama es diferente: “el arte de la improvisación es dificilísimo pero eso solo no es rap ni se traduce en artistas que graben discos”. ¿Podrá el rap destronar a la rebeldía de guitarras y marchas de la bronca? “Ni por casualidad el rap, hoy, tiene el poder de convertirse en representante de la resistencia. No le veo la pata ‘contestataria’ con la que se reconoce al movimiento del hip hop”.

La banda más escuchada en 2017 en nuestro país en Spotify fue La Beriso, que retoma la herencia del rock chabón que dejó vacante Callejeros (¿primero como tragedia luego como farsa?). El resto del top 10 incluye a La Renga, Babasónicos y Las Pastillas del Abuelo como bandas de rock con algún grado de vigencia, aunque su presencia en el listado pueda deberse más a la fidelidad de los desconocidos de siempre, antes que a una nueva pisada fuerte en términos de relevancia para las nuevas generaciones.

En contraposición a los dividendos de la industria, la escena under viene arrojando gratos resultados para artistas y público. Sin mediciones de ninguna multinacional, un puñado de bandas ha sabido conquistar cantidades cada vez más importantes de seguidores en el plano nacional e internacional, con artistas girando por el Caribe, Europa e incluso Asia. Con la autogestión y la independencia como convicción antes que como reflejo de una imposibilidad de lograr algo mejor, mantienen vivo no sólo los géneros que la industria (y el periodismo) intenta sepultar, sino la idea de que se puede hacer música sin entregarse a las abusivas condiciones de las discográficas, y que se pueden hacer canciones sin pensarlas como mercancía sino como creación artística, con toda la potencia que tiene la música en tanto formadora de sensibilidades.