El cantante porteño presenta su segundo álbum, «Permanece invisible», al que describe como una transformación y una conexión con la muerte y el mundo de los muertos, desde su nombre, pasando por el arte de tapa, hasta las temáticas de sus canciones.
“‘Permanece invisible’ es eso que no conocemos bien, que no estamos del todo seguros de su existencia pero que a la vez nos impulsa, nos inspira y nos interpela a tal punto que ya no necesitamos que se materialice ni darle ninguna forma en particular. Solo necesitamos que esté ahí y permanezca invisible”, afirma Luciano Gagliesi sobre el concepto de su segunda placa discográfica y agrega: “La inspiración central viene de ese lugar, pero también se van colando temáticas un poco más cotidianas y mundanas que voy contando a lo largo de las canciones y que tienen que ver con mi vida y probablemente funcionen como un recorte de este momento particular”.
¿En qué se diferencia este álbum con “Chicas” (2018)?
“Chicas” es un disco que fue bastante ensayado antes de grabarlo. Tenía las canciones compuestas, la banda ya las conocía, y un día lo grabamos en mi estudio y quedó. Con “Permanece invisible” fue muy diferente. Fue un desarrollo más experimental, donde iba concibiendo las canciones a medida que las registraba. En ese sentido, fue un proceso más solitario y personal. El primer tema que grabé fue «Alto con vos», que es el track que cierra el disco y es el que plantea el concepto sobre el cual después se iban a gestar el resto de las canciones.
¿En qué cosas evolucionaste y cuáles conservás?
En cuanto al sonido, fui aprendiendo y conociendo mejor mis recursos, lo que termina dando un resultado un poco más fino y pulido. Lo que se mantiene es una búsqueda y experimentación con el sonido, y cierto protagonismo de la guitarra, que es el instrumento con el que me siento más cómodo y con el que mejor puedo plasmar mis ideas.
El álbum incluye una versión de “Cómo me gustaría ser negro” de Charly García, ¿por qué elegiste ese tema?
Hay un instrumento que tiene un lugar importante en todo el disco que es la caja de ritmos Linn, muy usada a principios de los años 80 por músicos como Prince. En ese momento, e influenciado por esta «moda», Charly grabó “Clics Modernos” con otra caja de ritmos que era la Roland 808. Al decidir usar estos sonidos en la base, sabía que me estaba circunscribiendo a una época muy particular de la música que me atrae mucho. “Cómo me gustaría ser negro” es una canción que Charly grabó antes de usar estas máquinas y entonces me interesaba hacer esa trasposición entre dos épocas de él muy diferentes, y preguntarme cómo hubiera grabado Charly este tema si ya hubiera contado con estos instrumentos. Es una canción que siempre me gustó mucho y en la grabación participó Martín Caamaño (Rosal), otro fanático de Charly, que grabó todas las guitarras. Charly es una gran inspiración y de alguna u otra manera mi trabajo va a estar siempre influenciado por su obra.
También por momentos se nota en tu estilo una gran influencia de Miguel Abuelo y los Abuelos de la Nada…
Sí, sin dudas. Volvemos a tomar de referencia a los años 80, una época muy fértil para el rock y sobre todo para el Rock Nacional. De él siempre me atrajo su modernidad, su desprejuicio y su desfachatez. Además, mi música está bastante influenciada por la new wave y Miguel Abuelo siempre interpretó muy bien este género tan nuevo por aquel entonces.
¿En qué momentos te sentás a componer y qué cosas te inspiran?
Creo que a todos nos pasa lo mismo, a veces hay que forzar un poco el proceso creativo y otras veces es tan fluido que da un poco de vértigo. La naturaleza me inspira, la música de otros artistas también. Mi familia me inspira, las contradicciones, la injusticia, la divinidad y todo lo que no conocemos.
¿Qué te motiva o empuja a querer llevar adelante una carrera en la música?
Realmente no lo sé y me lo pregunto, sobre todo, ahora que el disco está terminado. Mientras compongo, estamos en el proceso de grabación o ensayando con mis amigos, esa pregunta nunca aparece porque no tiene ninguna importancia. Lo hacemos porque nos gusta.